Todos
queremos a muchas personas a lo largo de nuestra vida. Las queremos, adoramos,
compartimos preciosos momentos, y vivimos rodeados de ellas. Es más, decidimos
compartir nuestra felicidad con ellas, algo que es sumamente importante.
Queremos a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestras mascotas, y por
supuesto, queremos a esa “persona especial”, a la que miramos de una forma un
tanto diferente. Seguro que sabéis de lo que estoy hablando…
Pero he de deciros
que no dedicaré esta entrada de blog a detallar las posibles emociones
fantásticas que pueden sentirse hacia las personas que os he enumerado. Esta
entrada he decidido elaborarla precisamente para acercaros (un poquito más),
desde el punto de vista psicológico y criminológico, a una barbarie que
desgraciadamente sucede en todo el mundo, en nuestro barrio, incluso a alguien
de nuestro entorno más cercano, y de hecho, tú que me estás leyendo, quizás te
sientas identificad@ con el fenómeno que me gustaría explicar: la violencia de
género, donde el “querer al otro”
es patológico.
La
preocupación por la lucha contra la violencia sobre las personas vinculadas
sentimental o familiarmente con el agresor es manifiesta en la actualidad (campañas de prevención, publicidad, mayor
facilidades a las víctimas…). Sin embargo, esta preocupación es bastante
reciente. De hecho, hasta que no empezó a extenderse en el mundo el pensamiento
feminista no empezó a ganar terreno la idea de que la violencia doméstica (aún no se usaba el término “violencia de
género”), no era un asunto privado. Y por supuesto, no se extendió por
igual en todos los países. Basta que recordemos que hasta 1975 el Derecho Civil
español otorgaba al marido el derecho de corregir a la esposa y obligaba a ésta
a obedecerle. Afortunadamente, los modelos parentales, el avance paulatino
social y las estrategias enfocadas en la prevención hacen que hoy en día, los
casos de violencia de género puedan identificarse más fácilmente.
Tras esta
introducción, es hora de adentrarnos en lo que es este fenómeno, y explicar un
poco (si pudiera, me extendería montón de
párrafos más, es un tema que me encanta estudiar) aquellas preguntas más destacadas
que probablemente alguna vez os hayáis planteado: ¿Qué es la violencia de
género y qué es necesario para que exista? ¿Existe un patrón común que explique
la violencia de género? ¿Cuáles son los perfiles del agresor y de la víctima de violencia de género?
¿Son los maltratadores y las víctimas enfermos mentales?
Creo que
con estas preguntas podremos hacer una leve aproximación. Resolvámoslas, pues:
¿Qué es la
violencia de género y qué es necesario para que exista?
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) podemos
definir la violencia de género o violencia contra la mujer como: ''todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como
resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la privada".
Para que se
produzca violencia de género es necesario que exista una relación afectiva
estable en el tiempo de hecho o sin ello, entre un hombre y una mujer. Por ello
no será violencia de género si por ejemplo un hijo pega a su madre, ya que ambos
tienen una relación afectiva pero de tipo familiar, no amorosa/sexual. El INE (Instituto Nacional de Estadística),
recoge en su nota de prensa del 5 de Mayo de 2015 el porcentaje respecto al
tipo de relación mantenida en víctima y agresor involucradas.
Relaciones
víctimas/denunciados recogido en porcentajes en una comparativa de los años 2013
y 2014, elaborado por el INE (Instituto Nacional de
Estadística, 2015)
¿Existe un
patrón común que explique la violencia de género?
Creo que esta parte es la que más os puede interesar. Efectivamente la
literatura ha identificado cómo en la violencia de género sucede un ciclo
repetido, en todas las relaciones en las que se produce. Este ciclo es
denominado como “ciclo de la violencia”,
es un proceso lento (no comienza de un
día para otro), y se compone de las siguientes partes:
La primera
fase es la de acumulación de tensión: se
produce una escalada de tensión, el varón se muestra hostil (aún la violencia no es explosiva) y su
pareja intenta calmarle, bajo la creencia irreal de que ella puede parar la
violencia (tiene miedo, ansiedad…)
Tras la
escalada de tensión, llegamos a la segunda fase, la explosión de la violencia, en la que el hombre maltrata
psíquica, física o sexualmente (pueden
producirse los tres tipos de violencia a la vez, o no). Es en esta fase
cuando la mujer realmente se replantea el pedir ayuda o denunciar, aunque esta
alarma no sucede con las primeras agresiones.
Y por
último, llegamos a la fase de luna de miel,
donde la violencia desaparece. Tras un distanciamiento entre ambos, el hombre
le pide perdón, es amable, cariñoso, idílico incluso: “Cariño, esto no se va a volver a repetir”, “necesito que me ayudes a cambiar”, “te necesito”… Gracias a
todas estas conductas y promesas, la mujer accede a darle otra oportunidad y
revalora la situación (en algunos casos quitando la denuncia), ya que supone un
refuerzo positivo el que su chico se muestre arrepentido.
En mi
opinión, esta fase es fundamental, ya que posibilita que la situación de
violencia pueda volver a darse. La mujer se “engancha” al hombre de nuevo, y
olvida todo lo negativo que le ha causado. Es frustrante la verdad, porque
ciega completamente a la víctima, y facilita que esta situación pueda repetirse
todas las veces que quiera el hombre, y más…
¿Cuáles son los perfiles del agresor y de la víctima de violencia de género?
A la hora
de estudiar el aspecto conductual y el perfil psicológico de la víctima, es
necesario tener en cuenta que cada mujer
maltratada es un caso único, con una personalidad específica, al igual que
las circunstancias que la envuelven que hace difícil que se pueda establecer un
perfil psicológico específico. Los estudios han indicado que no existe una
serie de evidencias o variables (como el auto-estima, el nivel de
educación, ingesta de alcohol, etc.) que hagan que una determinada mujer sea
más propicia a ser víctima de violencia de género, es decir, variables
como las indicadas arriba son totalmente ajenas.
En cuanto
al hombre, al igual que sucede con la mujer, puede ser una persona
completamente normal: amigo de sus amigos, un buen hermano, un jefe ejemplar…
pero que actúa de forma irracional
dentro de su relación. Alguna de las características, que a modo de resumen
podría deciros, son: pensamientos distorsionados sobre
los roles sexuales y la inferioridad de la mujer y sobre la justificación de la
violencia (en psicología se denomina como
sesgos cognitivos), dificultades de
comunicación y de resolución de problemas, irritabilidad y una falta de control
de los impulsos, así como otras dificultades específicas (abuso de alcohol y
celos patológicos), por ejemplo. Los agresores han adquirido el rol del
maltratador gracias a su educación recibida (ha visto que en casa su padre maltrataba, hablaba fatal a su madre),
su entorno social, o creencias como pensar que la mujer ha de ser
menospreciada.
¿Son los
maltratadores y las víctimas enfermos mentales?
Nuestro
cerebro respondería instantáneamente con un “si” rotundo y justificaríamos esta
respuesta con un “A las mujeres les gusta el abuso, si no, se
marcharían”, "Los hombres ejercen la violencia porque no
pueden controlarse”, “las mujeres que permiten que les peguen son unas
masoquistas”… y muchos más mitos como estos. Pero
no, los maltratadores probabilísticamente
no son enfermos mentales. Y me refiero en términos probabilísticos porque
bien es cierto que tanto maltratadores como víctimas podrían tener trastornos
de personalidad que puedan generar este tipo de relaciones (trastorno de la
personalidad narcisista junto con un trastorno de la personalidad dependiente,
por ejemplo). Puede que padezcan algún tipo de patología como las que he
comentado, pero generalmente son personas que comienzan una relación
sentimental aparentemente normal.
Las consecuencias psicológicas que produce este tipo de maltrato genera
en las víctimas gravísimas secuencias psicológicas, las merma e incluso gesta
patologías del índole del TEPT (trastorno por estrés postraumático),
trastornos del estado del ánimo (episodios depresivos, crisis de angustia,
trastornos de angustia…) y muchísimas consecuencias más de las que debemos ser
conscientes…
Hoy es 25
de noviembre, el Día internacional de la
eliminación de la violencia contra la mujer, en el que la mujer es
protagonista inexcusablemente por sufrir desigualdades por razón de género
dentro de su relación sentimental de forma innecesaria.
Ya son 47
mujeres muertas este año a causa de este tipo de violencia. Una auténtica
barbaridad. Si crees que tu amiga de la universidad, tu madre, tu hermana, tu
tía, tu vecina, están sufriendo este maltrato o algún vestigio de él, anímala a
salir de este círculo vicioso, seguramente
necesite tu ayuda para ser consciente de lo que realmente está sufriendo.
Gracias por
leer esta entrada.
Paloma
Avilés Llerena.