25 de noviembre de 2015

Te quiero, (única y exclusivamente para mí)

Todos queremos a muchas personas a lo largo de nuestra vida. Las queremos, adoramos, compartimos preciosos momentos, y vivimos rodeados de ellas. Es más, decidimos compartir nuestra felicidad con ellas, algo que es sumamente importante. Queremos a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestras mascotas, y por supuesto, queremos a esa “persona especial”, a la que miramos de una forma un tanto diferente. Seguro que sabéis de lo que estoy hablando…

Pero he de deciros que no dedicaré esta entrada de blog a detallar las posibles emociones fantásticas que pueden sentirse hacia las personas que os he enumerado. Esta entrada he decidido elaborarla precisamente para acercaros (un poquito más), desde el punto de vista psicológico y criminológico, a una barbarie que desgraciadamente sucede en todo el mundo, en nuestro barrio, incluso a alguien de nuestro entorno más cercano, y de hecho, tú que me estás leyendo, quizás te sientas identificad@ con el fenómeno que me gustaría explicar: la violencia de género, donde el “querer al otro” es patológico.

La preocupación por la lucha contra la violencia sobre las personas vinculadas sentimental o familiarmente con el agresor es manifiesta en la actualidad (campañas de prevención, publicidad, mayor facilidades a las víctimas…). Sin embargo, esta preocupación es bastante reciente. De hecho, hasta que no empezó a extenderse en el mundo el pensamiento feminista no empezó a ganar terreno la idea de que la violencia doméstica (aún no se usaba el término “violencia de género”), no era un asunto privado. Y por supuesto, no se extendió por igual en todos los países. Basta que recordemos que hasta 1975 el Derecho Civil español otorgaba al marido el derecho de corregir a la esposa y obligaba a ésta a obedecerle. Afortunadamente, los modelos parentales, el avance paulatino social y las estrategias enfocadas en la prevención hacen que hoy en día, los casos de violencia de género puedan identificarse más fácilmente.

Tras esta introducción, es hora de adentrarnos en lo que es este fenómeno, y explicar un poco (si pudiera, me extendería montón de párrafos más, es un tema que me encanta estudiar) aquellas preguntas más destacadas que probablemente alguna vez os hayáis planteado: ¿Qué es la violencia de género y qué es necesario para que exista? ¿Existe un patrón común que explique la violencia de género? ¿Cuáles son los perfiles del agresor y de la víctima de violencia de género? ¿Son los maltratadores y las víctimas enfermos mentales?

Creo que con estas preguntas podremos hacer una leve aproximación. Resolvámoslas, pues:

¿Qué es la violencia de género y qué es necesario para que exista?

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) podemos definir la violencia de género o violencia contra la mujer como: ''todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".


Para que se produzca violencia de género es necesario que exista una relación afectiva estable en el tiempo de hecho o sin ello, entre un hombre y una mujer. Por ello no será violencia de género si por ejemplo un hijo pega a su madre, ya que ambos tienen una relación afectiva pero de tipo familiar, no amorosa/sexual.  El INE (Instituto Nacional de Estadística), recoge en su nota de prensa del 5 de Mayo de 2015 el porcentaje respecto al tipo de relación mantenida en víctima y agresor involucradas. 


Relaciones víctimas/denunciados recogido en porcentajes en una comparativa de los años 2013 y 2014, elaborado por el INE (Instituto Nacional de Estadística, 2015)

¿Existe un patrón común que explique la violencia de género?


Creo que esta parte es la que más os puede interesar. Efectivamente la literatura ha identificado cómo en la violencia de género sucede un ciclo repetido, en todas las relaciones en las que se produce. Este ciclo es denominado como “ciclo de la violencia”, es un proceso lento (no comienza de un día para otro), y se compone de las siguientes partes:


La primera fase es la de acumulación de tensión: se produce una escalada de tensión, el varón se muestra hostil (aún la violencia no es explosiva) y su pareja intenta calmarle, bajo la creencia irreal de que ella puede parar la violencia (tiene miedo, ansiedad…)

Tras la escalada de tensión, llegamos a la segunda fase, la explosión de la violencia, en la que el hombre maltrata psíquica, física o sexualmente (pueden producirse los tres tipos de violencia a la vez, o no). Es en esta fase cuando la mujer realmente se replantea el pedir ayuda o denunciar, aunque esta alarma no sucede con las primeras agresiones.

Y por último, llegamos a la fase de luna de miel, donde la violencia desaparece. Tras un distanciamiento entre ambos, el hombre le pide perdón, es amable, cariñoso, idílico incluso: “Cariño, esto no se va a volver a repetir”, “necesito que me ayudes a cambiar”, “te necesito”… Gracias a todas estas conductas y promesas, la mujer accede a darle otra oportunidad y revalora la situación (en algunos casos quitando la denuncia), ya que supone un refuerzo positivo el que su chico se muestre arrepentido.

En mi opinión, esta fase es fundamental, ya que posibilita que la situación de violencia pueda volver a darse. La mujer se “engancha” al hombre de nuevo, y olvida todo lo negativo que le ha causado. Es frustrante la verdad, porque ciega completamente a la víctima, y facilita que esta situación pueda repetirse todas las veces que quiera el hombre, y más…

¿Cuáles son los perfiles del agresor y de la víctima de violencia de género?

A la hora de estudiar el aspecto conductual y el perfil psicológico de la víctima, es necesario tener en cuenta que cada mujer maltratada es un caso único, con una personalidad específica, al igual que las circunstancias que la envuelven que hace difícil que se pueda establecer un perfil psicológico específico. Los estudios han indicado que no existe una serie de evidencias o variables (como el auto-estima, el nivel de educación, ingesta de alcohol, etc.) que hagan que una determinada mujer sea más propicia a ser víctima de violencia de género, es decir, variables como las indicadas arriba son totalmente ajenas. 

En cuanto al hombre, al igual que sucede con la mujer, puede ser una persona completamente normal: amigo de sus amigos, un buen hermano, un jefe ejemplar… pero que actúa de forma irracional dentro de su relación. Alguna de las características, que a modo de resumen podría deciros, son: pensamientos distorsionados sobre los roles sexuales y la inferioridad de la mujer y sobre la justificación de la violencia (en psicología se denomina como sesgos cognitivos), dificultades de comunicación y de resolución de problemas, irritabilidad y una falta de control de los impulsos, así como otras dificultades específicas (abuso de alcohol y celos patológicos), por ejemplo. Los agresores han adquirido el rol del maltratador gracias a su educación recibida (ha visto que en casa su padre maltrataba, hablaba fatal a su madre), su entorno social, o creencias como pensar que la mujer ha de ser menospreciada.

¿Son los maltratadores y las víctimas enfermos mentales?

Nuestro cerebro respondería instantáneamente con un “si” rotundo y justificaríamos esta respuesta con un “A las mujeres les gusta el abuso, si no, se marcharían”, "Los hombres ejercen la violencia porque no pueden controlarse”, “las mujeres que permiten que les peguen son unas masoquistas”… y muchos más mitos como estos. Pero no, los maltratadores probabilísticamente no son enfermos mentales. Y me refiero en términos probabilísticos porque bien es cierto que tanto maltratadores como víctimas podrían tener trastornos de personalidad que puedan generar este tipo de relaciones (trastorno de la personalidad narcisista junto con un trastorno de la personalidad dependiente, por ejemplo). Puede que padezcan algún tipo de patología como las que he comentado, pero generalmente son personas que comienzan una relación sentimental aparentemente normal.

Las consecuencias psicológicas que produce este tipo de maltrato genera en las víctimas gravísimas secuencias psicológicas, las merma e incluso gesta patologías del índole del TEPT (trastorno por estrés postraumático), trastornos del estado del ánimo (episodios depresivos, crisis de angustia, trastornos de angustia…) y muchísimas consecuencias más de las que debemos ser conscientes…

Espero que toda esta información haya servido para aclarar algunos mitos y conocer, un poco más (¡y que no os haya aburrido!), cómo funciona la violencia de género.

Hoy es 25 de noviembre, el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, en el que la mujer es protagonista inexcusablemente por sufrir desigualdades por razón de género dentro de su relación sentimental de forma innecesaria.

Ya son 47 mujeres muertas este año a causa de este tipo de violencia. Una auténtica barbaridad. Si crees que tu amiga de la universidad, tu madre, tu hermana, tu tía, tu vecina, están sufriendo este maltrato o algún vestigio de él, anímala a salir de este círculo vicioso, seguramente necesite tu ayuda para ser consciente de lo que realmente está sufriendo.

Gracias por leer esta entrada.

Paloma Avilés Llerena.